Las pérdidas patrimoniales de los últimos años




Edificios Pza. Easo
+ Demolidos en Octubre de 2015

El injustificado e injustificable derribo de tres edificios históricos.

Los números c/ Easo 22 y Plaza Easo 1 y 2 de San Sebastián, van a ser derribados sin que exista en opinion de la Asociación en Defensa del Patrimonio, una razon suficiente que lo justifique.

Destinadas en origen a una clase obrera cualificada, y con una tipología diferente a las de las grandes casas burguesas de su entorno, mantienen como estas, la alta calidad de los materiales, la tipología constructiva, las cualidades ornamentales y la armónica  dignidad de sus fachadas.

En perfecto estado de conservación, al menos uno de ellos había sido recientemente rehabilitado por los propios vecinos que en su mayor parte se muestran reacios a abandonarlos.

Estos edificios de piedra labrada son parte imprescindible del patrimonio arquitectónico del centro histórico que contribuyen a completar y definir. A pesar de poseer las mismas características por las que otros inmuebles similares han sido catalogados y protegidos, los redactores del actual Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido, siguiendo las directrices del anterior consistorio y con el único e impropio fin de facilitar sus intereses inmobiliarios, han decidido no otorgarles el grado de protección que evitaría su derribo. Demolición que no tiene otro fin que el de construir un nuevo vial elevado que amplie los accesos directos a una parte de la nueva urbanización del Cerro de San Bartolomé, a pesar de que ya existen, además del de Aldapeta, el de la calle Amara. No son razones de necesidad las que justifican la construcción de esta nueva carretera, sino el poder obtener una mayor ganancia en la venta de los inmuebles añadiéndoles unas facilidades de acceso de las que no disponen la mayoría de las urbanizaciones de la zona.

Protegidos por el Catálogo de patrimonio anejo al Plan General de 1995, la aprobación de un nuevo Plan General y de un Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (PEPPUC) supuso la exclusión de su protección con el argumento de que estorbaban el desarrollo urbanístico de la zona.






Villa Torregrossa
+ Demolida en Agosto de 2015

Sita en la Avenida de Navarra nº 27 se trata de una Villa Unifamiliar construida en el año 1933 según un diseño de Francisco Urcola para los condes de Torregrossa. Singular conjunción de racionalismo y regionalimo según el modelo del caserio vasco que reinterpreta desde los postulados del movimiento moderno en arquitectura.

Ocupa la parte principal de la parcela, no ha sufrido modificación alguna desde su construcción. Construido con estructura de hormigón salvo la cubierta realizada en madera siguiendo un sistema constructivo tradicional. La vertiente a dos aguas se forma mediante dos faldones asimétricos que evocan la volumetría del caserio vasco. Su volumen general se recorta mediante un cambio en el material de revestimiento, del revoco a la plaqueta de ladrillo, provocando un juego de planos entrantes y salientes en el volumen definido por la gran cubierta. Existe una intencionalidad en la reintrepretación esencializada del estilo neovasco en el que si bien mantiene una volumetría acorde a la arquitectura tradicional, aparece un juego de planos y roturas en esquinas más acorde con la tendencia moderna. Cabría mencionar el escudo nobiliario ubicado en la esquina de la fachada realizado en piedra, siendo este el único elemento decorativo presente.






Villa Salaverría
+ Demolida en Julio del 2015

Chalet proyectado en 1905 por Rafael Alday para Don Mariano Salaverria en el alto de Miraconcha actual calle del Duque de Baena. Rodeada como el resto de las villas de su entorno de un jardín de forma rectangular. Constituye un peculiar ejemplo del estilo regionalista imperante en la época. Destaca el gran tejado a dos aguas que cubre el cuerpo central que lo sobrepasa, la balconada que enlaza los huecos y el pórtico de acceso a la entrada principal.









Caserio Munto
+ Demolido en 2013

Singular y último testigo de lo que fué la carretera de entrada a San Sebastián hasta el año 1845. Puerta de Guardia, Hospital, Caserío, y Baluarte de guerra. Utilizado como hospital por los soldados del ejército inglés, fué posteriormente quemado en la primera guerra carlista en la que junto a sus muros murió el general Sagastibeltza. Cabecera de un Aiete con resonancias gasconas, el caserío Munto era uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Además de su gran fachada de piedra, una interesante estructura interior de madera y un valioso tolare, la construcción albergaba singulares vestigios de los siglos XVI a XVIII. Este hermoso caserío/sidrería, protegido con el Grado II por el PGOU de 1995, fue descatalogado en el nuevo Plan General (febrero 2008), a pesar de que no producirse ninguna alteración significativa que lo justificara.

El Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa, los vecinos de Aiete y además del Consejo Asesor del Planeamiento Municipal, se mostraron contrarios a su derribo abogando por su rehabilitación. El Gobierno Municipal se declaró en un primer momento decidido a reformarlo pero procedió al fin a su derribo.

En el barrio de Aiete han desaparecido demasiados caseríos, y elementos históricos como las casas solariegas de Miramón y Merkelin, de origen gascón y fundacionales de la ciudad, los caseríos Katxolazar, Santa Teresa, Lazkano, Marigomiztegi... el palacete de Altxubene, las ruinas del molino de viento Aizerrota -el único en su género en Gipuzkoa-, el acueducto de Morlans -primer abastecimiento de aguas a Donostia realizado en 1609-, el funicular de Puyo etc...





Villa Rosario
Derribada en 2011

Situada entre la calle Aldapabide y el Paseo de Zubiaurre, en una zona que (a pesar de los desaciertos constructivos de las últimas décadas) aún conserva la belleza que le confieren sus centenarias villas y palacetes, “Villa Rosario”, se erguía altiva y firmemente asentada en el centro de un largo y estrecho jardín. Su elevada altura respecto a su planta, las diferentes formas y dimensiones de sus cuerpos y cubiertas, con sus diversos retranqueos y proyecciones, la valoración de las texturas y combinaciones de los tipos de piedra en su fachada.... enriquecían una arquitectura de resonancias provenzales, confiriéndole un aire afrancesado y cierto halo romántico tan inusual como estimable entre las construcciones por lo general más regulares y pesadas de su entorno.

En su proyecto inicial de 1906, Domingo Eceiza Alquizalde recoge muchos de los planteamientos en vigor en la arquitectura de su tiempo, combinando elementos de la tradición local con los peculiares de un chalet suizo o montañés en una imagen propia del regionalismo de principios del siglo XX. Eceiza concentra todos los recursos decorativos en la fachada, manifestando en ella el “horror al vacío” que caracterizaba toda su obra. El reputado arquitecto Augusto Aguirre Wittmer, es quien en 1910 depura su impronta rústica, eliminando miradores y sustituyendo barandados y balcones de madera por otros de hierro, en una composición de escasos relieves, más sobria y plana en los huecos, que acentúa una verticalidad equilibrada a su vez con la inclusión de impostas en la separación de las plantas.
El resultado es un edificio original alejado del típico “cliché”, que se limitaba a reproducir los esquemas del más puro estilo neo-vasco en su versión de caserío o palacio tan en boga en aquella época.

Villa Rosario, además de su valor individual poseía otro no menor, como pieza imprescindible del proyecto mas serio, completo, y sistemático, de conformar en San Sebastián un modelo de desarrollo residencial de alta calidad, que aunara las saludables ventajas del habitat rural, con la red de intercambios sociales que ofrece el medio urbano, creando un entorno agradable y bello; la denominada “ciudad-jardín”.

El aumento del volumen edificatorio que permite el nuevo Plan General, y el que este no aprecie en Villa Rosario valores que merezcan ser preservados, indujo a un promotor a plantear su derribo y la construcción en sus terrenos ocho viviendas de inexpresiva y elemental geometría, que desvirtuan aún más, la forma, característica, y cualidades de ese ámbito. Solicitamos inútilmente al Ayuntamiento que procediera a incluir este y otros edificios de su entorno igualmente desprotegidos en el Catálogo del Plan Especial del Patrimonio Urbanístico Construido, considerándolos parte de un nuevo Conjunto de Protección que evite que desaparezcan.







Pza. Zuloaga
Degradada en 2009

La ampliación del museo de San Telmo de San Sebastián en la Plaza Zuloaga, con el objeto de construir principalmente una nueva cafetería y un salon de actos (cuando la ciudad y el área próxima ya las posee en gran número), ha supuesto unos perjuicios evidentes a todo su entorno.

La nueva construcción constriñe el espacio urbano donde se ubica el Museo, reduce drásticamente las dimensiones de la Plaza, anula el protagonismo del edificio del antiguo convento que se ve eclipsado y engullido por sus desproporcionados volúmenes. Obstruye las vistas del mar y del Monte Urgull, a la vez que desvirtúa la unidad estética y el valor histórico de toda el área, y del Conjunto Monumental de la Parte Vieja.

La Plaza de Zuloaga, forma parte inseparable del propio museo, como este forma parte del Conjunto de la Parte Vieja, en el que está expresamente prohibido construir nuevos inmuebles. Esta innecesaria intervención, demuestra un absoluto desprecio por la preservación de la estructura urbana y arquitectónica preexistente y por las características generales del ambiente, contraviniendo lo establecido por todas las entidades con autoridad en la materia, -como el Consejo Internacional de Museos (ICOM)-, e instrumentos normativos internacionales sobre Conservación y Restauración de Monumentos y la salvaguarda de su autenticidad, empezando por la Carta de Venecia y terminando por el Documento de Nara y las propias leyes estatales y autonómicas respecto a la protección y conservación del Patrimonio Cultural.

La Asociación propuso una ampliación subterránea (como la llevada a cabo en la Pza. de Cervantes, para aumentar la capacidad del parquing, y como se hizo en la ciudad de Zaragoza o en el parisino Museo del Louvre),  respetuosa con el carácter histórico del museo y su entorno. El Gobierno Municipal rechazó nuestra propuesta, aduciendo entre otros motivos el hecho de que la Asociación de Amigos del Museo, presidida por Montserrat Fornells, avalaba una remodelación incompatible con
lo que todas las instituciones y organismos entienden como conservación del Patrimonio Cultural.

Museo de San Telmo

Pasó de ser un museo de etnografía, historia, y bellas artes a convertirse en un centro multiusos. El cambio de concepto no puede ser más desacertado pues se ha intentado reunir en un solo lugar obras
proyectos y actos de las más diversas disciplinas imposibles de congeniar, que deben tener su propio espacio independiente dando como resultado un centro desarticulado confuso y carente del interés
del que supuestamente pretendía mejorar.

Se ha querido hacer del museo San Telmo un centro cultural, un espacio para la exposición sobre la sociedad vasca con una marcada intencionalidad política e ideológica, a costa de sacrificar su carácter de centro de estudio y exposición del patrimonio mueble. Esto se ha hecho a costa de reducir las obras expuestas, de menguar los espacios expositivos específicos y de provocar una confusa aglomeración
de difícil comprensión.

El principal argumento que esgrimían estos supuestos renovadores de lo eterno, estos escenificadores de lo que ya está escenificado, para convertir un museo, un palacio, o cualquier otro lugar interesante y bello, en una especie de centro comercial polivalente, superaccesible, y superfacil de ver -aunque sea a costa precisamente de privarle de los objetos dignos de contemplarse-, es la no masiva asistencia de publico que los visita que segun ellos hay que evitar a toda costa. Son estos, los mismos que plantean escaleras mecanicas al everest, o autopistas en las ultimas selvas virgenes, los que destruyen los bosques porque son tan frondosos que nadie que no esté realmente interesado se acerca a ellos.

Aunque suene contradictorio, la misión del Museo no es permanecer lleno de gente; sino preservar la memoria del país. No se trata de rebajar hasta el mínimo el nivel cultural de un museo para hacerlo accesible a todo el mundo, incluso a los que no sienten interés en acercarse a él, sino de elvar el nivel cultural de los ciudadanos para que sientan la necesidad de visitarlo. La misión del Museo es plantear unos hitos del pasado para que el visitante, sea quien sea, conozca quien es, de donde viene, y reflexione sobre sí mismo, su pasado y su presente.

Se han ganado metros para instalar servicios como el salón de actos, la biblioteca, espacios para escolares, y salas para exposiciones temporales, a costa de lo fundamental que es la Exposicion Permanente, reducida hasta el ridiculo.

En palabras de un edil donostiarra: 
“La colección histórica de arte ha quedado reducida a una exigua  muestra que se expone en un espacio mucho más reducido que antes de la reforma. San Sebastián tiene envergadura de ciudad para exhibir de otra manera los Rubens, Greco, Tintoretto, Ribera, Arrue, Madrazo, Arteta, Picasso, Oteiza  y Chillida que junto a los propios fondos y a una política seria, haría de ese posible Museo una referencia nacional. Ahora, tal y como están, se queda en un mero apéndice de un museo almacén con muchas cosas.

Pregunté por qué se había hecho este planteamiento tan raro para el actual Museo de San  Telmo y se me contestó que la impronta del anterior alcalde así lo había decidido prescindiendo de otros criterios de la Diputación y el anterior gobierno vasco. “San Telmo desgraciadamente es más envoltorio que contenido y su importancia radica en lo que no está (fondos de pinacoteca de autores vascos y donostiarras de fines del XIX y principios de XX)

“Lo que has visto es fruto del concepto personalista de Odón Elorza .....Proyecto por cierto del más puro estilo socialista eibarrés o bilbaíno, realizado por decoradores y asesores culturales de la provincia obrera hermana y que acaba relegando a lo más valioso, la colección de pintura y retratos, a un laberinto de techos bajos y muchas esquinas, y margina la etnografía vasca que siempre fue su fuerte, a una renovada sacristía y coro de la iglesia con una manifiesta expresión de ignorancia y desconocimiento de lo que han supuesto en nuestra tierra. ¿Dónde has visto algo de D. José Miguel Barandiarán, o de Aranzadi…? “¿Cuánto has visto de Garbizu, Lekuona, Oteiza, Chillida, Nagel, Jauregi, Zuloaga, Regoyos, Ricardo Ugarte, etc…?

El caso es que mi visita al Museo San Telmo de mis años escolares me dejó el sabor de algo fallido y solo aprovechable para turistas curiosos e ikastolas de grado medio, a pesar de las evidente omisiones que ahora entiendo y del por que fueron borrados del mapa hitos y personas claves no solo para la historia vasca sino para la propia historia donostiarra.

A esta devaluación del proyecto museístico y del valor patrimonial del Convento y su entorno no ha sido ajena la Asociación de Amigos del Museo, que ha avalado por intereses personales y profesionales de algunos de sus socios más relevantes, su degradante transformación de Museo a centro de propaganda del poder local. Una Asociación que nada tiene que ver con la amistad hacia el museo y al Patrimonio Cultural de la ciudad que dicen defender.





Villa Sobrino
+ Derribada en 2008

El edificio, construido en 1971, era obra de don Javier Carvajal Ferrer, arquitecto de gran prestigio y relevancia. De su fecunda labor profesional con obras tan soberbias como la Escuela de Altos Estudios Mercantiles en Barcelona (1957), el Centro Parroquial Nuestra Señora de los Ángeles en Vitoria, los Talleres LOEWE en Barcelona (1964), o el Pabellón de España en la Feria Mundial de 1964 en Nueva York; (galardonada como mejor edificio de aquella exposición), Villa Sobrino es sin duda una de las que posee mayor encanto e interés. Armoniza ejemplarmente con el lugar en el que se situa, recogiendo elementos peculiares de la tradicion vasca y reinterpretándolos desde una óptica moderna, ofrece a esta tipología arquitectónica una vía de continuidad histórica, formal y constructiva. La evocación al caserio es patente en su cubierta a dos aguas en teja curva, en el ladrillo y madera que recuerdan a los muros antiguos y en la galeria de las dos fachadas a la calle. La Guia de Arquitectura de Gipuzkoa, destaca además la ejecución y los detalles de la estructura metálica revestida de madera. Y es que esta villa es un clásico en todas las guías de arquitectura con capítulos dedicados a nuestro territorio, y Javier Carvajal ocupa un destacadísimo lugar en su historia, de ello dan fé varias monografías sobre su figura y obra.

No se entiende como un edificio de semejante categoría arquitectónica, una singular y ejemplar joya de nuestro menguante tesoro patrimonial, pueda ser sustraida, máxime cuando estaba incluida en los preparatorios de la elaboración del Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Catalogado.






Villa Alta
+ Derribada en 2008

El inmueble, situado en Aldapeta 28 (frente a Marianistas) había conservado hasta el presente las características del momento de su construcción, manteniendo elementos morfológicos típicos como la mansarda de pizarra y los miradores. Su configuración era la propia de una villa ajardinada de tres alturas, incrementadas con sótano y planta baja debido a la peculiar orografía del solar, situado en ladera sobre el cerro de Miraconcha. La arquitectura del edificio, dentro de su sobriedad, se inscribía en la corriente del  eclecticismo fin-de-siècle, adoptando elementos de clara influencia francesa como la cubierta amansardada con altas chimeneas de ladrillo, o el característico contraste cromático de los paramentos, raseados en ocre rojizo, con las esquinas. La equilibrada armonía de su fachada se realzaba mediante una doble escalinata de entrada que salvaba graciosamente el foso que mediaba entre la edificación y la antigua calzada de Hernani.

La integración de las villas en la trama urbana dotaba a San Sebastián de una fisonomía inconfundible, acentuada por la ubicación de las mismas en ámbitos especialmente significativos para la percepción de la ciudad. Este tipo de edificación resultó clave en la época en que la capital apostaba por una nueva identidad, emergiendo como núcleo con una decidida vocación cosmopolita, a la vez que población distinguida y burguesa. Entre 1900 y 1905 Villa-Alta fue la residencia elegida por Paul Deroulède, militar y hombre político condenado al destierro tras haber protagonizado un pintoresco intento de golpe de Estado. Deroulède fue el epicentro de la vida social y cultural del momento, especialmente durante los meses en que los reyes regresaban a Madrid y los salones de su casa, repletos de objetos de valor histórico y obras de arte, semejaban una pequeña Corte de invierno, animada por veladas literarias y conciertos musicales. 

La finca fue comprada en 1916 por el marqués de Goicoerrotea, cuya familia la poseyó durante lustros. Tras quedar sumida en un larguísimo y penoso período de abandono, ha sido adquirida por una empresa constructora y acaba de sucumbir a la piqueta, al ser aprobada su sustitución por una construcción de volumen cúbico que acogerá cuatro viviendas unifamiliares. El derribo se ha llevado a cabo siguiendo las previsiones del Plan de Ordenación vigente, que no contempla ninguna clase de protección para un inmueble de las características aquí comentadas. Ha bastado con hacer valer las deficientes condiciones de conservación del antiguo edificio, excusa por desgracia demasiado habitual en este tipo de operaciones. Más que una arquitectura notable por su empaque monumental o artístico, Villa-Alta era un “lugar de memoria” indisolublemente ligado a un entorno urbano, al recuerdo de una personalidad y de unos años especialmente brillantes en la historia de la ciudad. Su desaparición se ha consumado ante la insensibilidad e indiferencia generalizadas.







Villa Manolita
+ Derribada en 1995

Construida a imagen del modelo del hotel francés generalizado entonces, Villa Manolita era uno de los últimos ejemplos de casa palaciega de verano, que permanecía como singular representante de un estilo y una época que aún definen a San Sebastián.

De inspiración clasicista, con una decoración de origen ecléctico, su gran terraza elevada sobre la cota del paseo -elemento común a los inmuebles del entorno- servía de base a dos plantas de gran altura, más otra amansardada rematada por huecos coronados por capiteles y pináculos. Destacaba en el inmueble el gran pórtico columnado de la entrada principal abierta hacia la plaza, y el mirador del la fachada del paseo de la Concha. Todas las fachadas estaban revocadas y pintadas de blanco como correspondía a su cualidad de palacetes de verano. Pieza fundamental del ensanche y del conjunto de hoteles y villas que conformaban uno de los mas bellos y luminosos paseos de Europa, fué ilegalmente derribada en 1994 a pesar de haber sido reconocida por las Instituciones locales como elemento clave de la llamada zona Romántica de San Sebastián.

Villa Manolita, junto al hotel Niza y las edificaciones del Balneario de la Perla daban forma a un entorno urbano que aún conservaba el estilo y el espíritu de la época más brillante de la ciudad, que permanecía como ejemplo de la belleza y elegancia que otrora poseía en su totalidad.

Solo de inmoral puede calificarse el proceso que precedió a su derribo en el que las presiones y engaños a la dueña por parte de unos herederos y una orden religiosa, que competían en bajeza moral con los representantes municipales y los del propio colegio de arquitectos lograron que esta, en contra de su voluntad inicial, aceptara sus pretensiones. Declarado ilegal su demolición y sustitución por el actual bloque de pisos, una sentencia aún por ejecutarse, obliga al ayuntamiento de San Sebastián a reconstruir al inmueble a su forma original.





Palacio Rozanés
+ Derribado en 2010

El joyero de ascendencia judía Nassir M. Rozanés pensaba a lo grande. Por eso, cuando en 1924 se asentó en San Sebastián, pidió licencia municipal para construir en Ayete el mayor casino de Europa. Era este un castillo de inspiración medievalista verdadero emblema del “revival” historicista local que hacía ver desde cualquier punto de la bahía su característica torre almenada, que Rozanés mandó construir sobre la primitiva torre-caserío Izaburu, con todo el encanto y la gracia que caracterizaba la ciudad amable y risueña de entonces. El casino no llegaría a nacer debido a la prohibición del juego decretada poco después por el gobierno del dictador Primo de Rivera. Lo que se conservaba de tan magno proyecto, conocido popularmente con el nombre de "castillo de Rozanés", se derribó en el año 2010 para levantar un bloque de 80 apartamentos exclusivos para investigadores foráneos. Perdimos con ello uno de los elementos más emblemáticos del paisaje urbano más genuinamente donostiarra, y un brillante ejemplo de la imaginería arquitectónica, y la audacia empresarial de una época especialmente gloriosa en la historia de la ciudad.


Otros elementos del patrimonio desaparecidos en las últimas décadas:

Palacio del Duque de Mandas
Mercado de San Martín
Chalet de la Concha