Informes. Artículos. Opinión

Dossier sobre el Palacio de Aiete
Este es el Dossier con el que se solicitó y obtuvo la declaración de Bien Cultural con categoría de Monumento para el Conjunto Palaciego de Aiete

El Rey Filipo y Donostia
Artículo de Gema Vives

Yo también quiero
Artículo de Gema Vives

San Sebastián ¿Capital Cultural?
Escrito de Rafael García-Velilla, publicado en el diario Noticias de Gipuzkoa


Informe sobre el Plan Director de Reordenación de Edificios y Departamentos Municipales
Informe realizado por Alberto Fernandez D¨Arlas





















EL REY FILIPO Y DONOSTIA

Gema Vives


En uno de sus ensayos, Emerson cuenta la historia de una pobre mujer que importunaba al rey Filipo de Macedonia para que le hiciera justicia, a lo que el rey se negaba. Finalmente la mujer exclamó: “¡Apelo!”. El rey, estupefacto, le preguntó que a quien apelaba. La mujer respondió: "De Filipo ebrio a Filipo sobrio." Emerson trae a colación la anécdota porque dice que no cree en dos clases de seres humanos, sino en el ser humano en dos humores distintos, en Filipo ebrio y Filipo sobrio.

Otros discreparían. Hace once años la psicóloga norteamericana Elaine N. Aron publicó un libro titulado “The highly sensitive person” (La persona -o el humano- en extremo sensible; HES en adelante) cuya novedad radica en ver como neutral -es decir,  útil en algunas situaciones y desventajoso en otras-, un rasgo que anteriormente la psicología había tendido a identificar con la introversión, la inhibición o la timidez. Por falta de espacio no puedo resumir aquí este libro, interesante y lleno de matices, mas que brevemente: las personas difieren mucho entre sí en la intensidad con la que su sistema nervioso responde a una misma situación o estímulo; en todos los animales superiores, el porcentaje que es muy sensible a la estimulación está entre el 15 y el 20 por ciento. Lo que resulta moderadamente estimulante a la mayoría de la gente resulta muy estimulante para los extremadamente sensibles (ojo con esta palabra polisémica, que aquí se refiere a un rasgo físico.) Lo que resulta muy estimulante para la mayoría coloca a los HES en un estado de extremo malestar y agotamiento, hasta que se produce en ellos el bloqueo llamado en psicología "inhibición transmarginal". Los HES perciben niveles de estimulación que a otros pasan inadvertidos. Pero no es que los sentidos sean más agudos: la diferencia parece hallarse en el sistema nervioso y en el cerebro, en el hecho de que la información se procesa de un modo más elaborado. Como esas máquinas que clasifican la fruta por el tamaño, sucede que los HES clasifican en diez tamaños distintos lo que los demás clasificamos en dos o tres. Aron trata en su libro, resultado de varios años de investigaciones, de las diferencias tanto físicas como mentales de los HES, en comparación con los que no poseen este rasgo. También explica por qué no hay que confundirlo con la neurosis, aunque a algunas personas les tocaron ambos naipes. La autora supone que el rasgo sobrevive en un determinado número de ejemplares de los animales superiores porque a la especie le resulta útil contar con algunos que están en continuo estado de alerta para captar indicios sutiles de todo tipo, y cree que la especie humana se beneficia más de los muy sensibles que otras especies porque los HES se han dedicado a menudo a esa actividad que distingue a los humanos de los demás animales: imaginar posibilidades. Son más conscientes del pasado y del futuro, y dedican mas tiempo a la invención de soluciones a los problemas humanos, sencillamente porque son mas sensibles al frío, a la precariedad, al cansancio y a la enfermedad.

En las culturas indoeuropeas, dice la autora a la que me refiero, se ha dado un cierto equilibrio entre las dos clases que desde hace siglos las han regido: la de los guerreros y reyes, que eran recios e impulsivos, y la de los sacerdotes, jueces y consejeros reales, más cultos y reflexivos. Las profesiones en las que los HES han estado bien representados -la enseñanza, la medicina, la abogacía, las artes, las ciencias, la psicoterapia y la religión- se están convirtiendo ahora en el dominio de los que no son HES, con lo cual las necesidades sociales a las que sirven se están atendiendo al estilo guerrero, es decir, importando solo la expansión y los beneficios económicos. Para esta autora, la influencia de los HES ha disminuido, en parte porque estos han perdido en cierta medida el respeto por sí mismos; y al mismo tiempo, las profesiones mencionadas están perdiendo respetabilidad sin la contribución mas sosegada y digna de los HES.

La lectura de este libro suscita las inevitables reflexiones sobre los HES en un país como España. Las características de esta sociedad - estimulación excesiva, ruido continuo, prisas, precariedad en el empleo, la presión u obligación de los cambios frecuentes, la de conseguir una mayor productividad, etc.-  resultan inhóspitas para los HES y les relegan hacia posiciones marginales del sistema. Si esto es así, muchos HES están desaprovechados. Por supuesto ello tiene que ver en parte con actitudes defensivas de los propios HES, para los que el encuentro con el mundo actual es cada vez más un encontronazo. Algunos HES tienden a eludir los compromisos políticos, la actividad sindical y los puestos de trabajo que comporten el tener que viajar, la asistencia a reuniones, las habilidades para hacer contactos en el mundo de los negocios, las jornadas de trabajo apretadas, etc. (Es decir, los trabajos que son también los de mayor proyección social.) Otros, que no pueden eludir estos trabajos, recurren a los calmantes o a los antidepresivos. Todos se refugian en la vida privada. La insuficiente presencia e influencia de los HES explicaría en parte algunas de las tosquedades o fragilidades de la vida española y, si empezase a contrarrestarse, ello redundaría en beneficio de la calidad de la democracia y en el de la salud mental de los ciudadanos. De hecho, en un mundo que tuviera en cuenta a los HES y su derecho a recibir una menor estimulación, casi todos estarían más a gusto: de entrada los niños, los ancianos y los HES, que juntos ya constituyen más del cincuenta por ciento de la población.

Suele decirse que algunas diferencias que se notan al viajar a los países del norte de Europa (contaminación acústica y del aire, calles mas limpias, zonas verdes mejor cuidadas, etc.) se deben al nivel cultural mas elevado de estos países. Pero podría deberse también a la mayor presencia e influencia de los HES entre quienes toman allí las decisiones. 

Hablemos ya de Donostia. En los últimos siete u ocho años los cambios urbanísticos en San Sebastián han sido numerosos y se han sucedido muy rápidamente. Primero fue el mercado de San Martín: un edificio antiguo que en otras latitudes habría sido objeto de una reforma respetuosa con el fin de conservar el último mercado tradicional que quedaba en la ciudad y su plácido ambiente -cosas que una vez destruidas, nunca más se recuperan- aquí fue borrado del mapa y sustituido por un búnker. Tras la tala de árboles centenarios, el parque de Cristina Enea, visto desde un edificio del otro lado del río, ha perdido en los meses de verano el tupido perfil de media luna que lo caracterizaba y, en invierno, los troncos y ramas desnudos, ahora más escasos, inspiran más melancolía que los cabellos ralos de una vieja calva que antaño hubiera tenido una hermosa mata de pelo. Se ha elegido llenar el centro de aparcamientos subterráneos en vez de adoptar la solución europea de los aparcamientos en la periferia. Se ha escogido situar los bidegorris en las aceras, cuando ponerlos en la calzada, como se hace en otros países, hubiera sido una solución más barata y no agresiva para los peatones. El exceso de mobiliario urbano, los aparcamientos de motos en los chaflanes, el caótico exceso del pavimento de botones en las aceras, han afeado la ciudad. Y ya para siempre -o para nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos- las obras perpetuas... Ahora le toca al palacio de Aiete, luego serán pisos en Igeldo y tantos proyectos más. Al hacer obras en la ciudad, ¿por qué se elige siempre la cirujía agresiva en vez de la cura dulce?. Parece que la consigna fuese destruir la belleza y el silencio, ensañarse con lo que tiene personalidad, uniformizar, uniformizar, uniformizar. La mayoría de los habitantes calla, y a la minoría que protesta se le tapa la boca llamándola inmovilista. Y parece que nada va a salvarse de los criterios economicistas de quienes toman las decisiones, de su obsesión de ser "como Bilbao", de la visión "cortoplacista" con la que cambian vegetación por cemento, de su implacable plan de convertir cada ámbito, hasta los que deberían ser sagrados, en una pieza más del parque temático de pago en que se están convirtiendo las ciudades. El rey Filipo está ebrio. Y no sabemos a quién apelar.

Una cosa importante ha mejorado en las calles: la menor presencia en ellas de los convulsos monaguillos de la negrura etarra. Y otra cosa, por fortuna, se mantiene: los donostiarras, en su inmensa mayoría, siguen siendo amables y educados. Pero el talante de quienes viven en una ciudad no es independiente de lo que les rodea, y a medida que un lugar se vuelve cotidianamente agobiante cambia también hasta la expresión facial de sus habitantes: la sonrisa deja paso gradualmente al cejo fruncido. Los satélites provistos de cámaras que escudriñan el planeta desde el espacio han descubierto que los habitantes de las‘grandes urbes caminan por la calle más deprisa ahora que hace diez años. Diría que en San Sebastián ha pasado lo mismo... Lo que es seguro es que el consumo de tranquilizantes y somníferosha aumentado en Gipuzkoa de manera continua e importante en los últimos años, y ello desde antes de la crisis económica. (Véanse, entre otros, los DV del 25-2-2003 y 26-12-2008.) ¿Es verosímil que este hecho no guarde relación con los muchos cambios urbanísticos de los últimos años y con la escalada de ruido que ha ido pareja con ellos?.

Se me dirá que es forzoso hacer obras, muchas e incluso innecesarias, para que no aumente el paro. Pero ¿por qué ni un solo político hace pedagogía en este país sobre el cambio de modelo económico?. No sobre el "desarrollo sostenible", que es la cuadratura del círculo, sino sobre el decrecimiento, concepto que aquí es desconocido o tabú pero que merecería ser objeto de divulgación y debate. Evidentemente es más cómodo cosechar los votos fáciles que abordar los temas difíciles pero que alguna vez habrá que abordar en serio..., solo que entonces puede ser ya tarde para una Donostia irreconocible, convertida en una gran ciudad como hay tantas, sucia, afeada, estruendosa, y con todos los problemas que aumentan en las ciudades a medida que los que pueden permitírselo huyen de ellas. En la historia de las ciudades, esa huida marca el punto de inflexión a partir del cual aquéllas empiezan un inexorable declive que, unos siglos más tarde, termina con su muerte. (Y, por cierto, la conversión de una ciudad "de verdad" en ciudad "escenario para turistas" forma parte del inicio de su decadencia.) Ahora se está a tiempo de aminorar esa huida, pero es necesario un cambio en la política urbanística. Detener el frenesí, ensayar soluciones más mesuradas, más sobrias. Y en ocasiones, tener la sabiduría de no hacer nada.




YO TAMBIÉN QUIERO 


Desde mi más tierna infancia me he sentido extraordinariamente incómoda en el país que me vio nacer. Y por una de esas ironías frecuentes tanto en la Historia como en las biografías, yo, que detesto España, he acabado viviendo en un lugar que es España al cuadrado: en la afición por la manduca y por comer en grupo; en la importancia del deporte, especialmente del fútbol, y en la identificación forofa con el equipo local; en el gregarismo, y por tanto en el papel central de la familia y la cuadrilla; en la tendencia a teorizar sobre las esencias patrias; en la credulidad que aún hoy despierta la religión y la beatería que suscita el nacionalismo; en la indiferencia con que se asiste a la destrucción del paisaje y del patrimonio arquitectónico; en el imperio del decibelio y en la falta de imaginación que lleva a celebrarlo todo petardeando. España al cuadrado. También en la virtud de un trato llano y amable, que de momento se mantiene, aunque quién sabe hasta cuándo.

Vine porque no quería envejecer en una ciudad que estaba perpetuamente en obras. En Donostia he encontrado lo mismo pero más. Domina la estética “campo de concentración” ---bloques de cemento gris y más bloques de cemento gris---, y van desapareciendo los materiales nobles ---piedra y madera--- y los árboles frondosos. Algunos adictos a la superstición de que más es siempre mejor han decidido que San Sebastián sea una ciudad más y más turística. ¿Acaso no saben que cuando una ciudad se convierte en escenario para turistas se muere como ciudad? Venecia es un ejemplo y hay muchos más en Europa. Los habitantes han ido huyendo y al final sólo quedan los turistas y quienes viven del turismo. En Donostia se advierten los primeros síntomas de esa dolencia fatal. Muchas familias con niños ya se han marchado. Se ven en lugares céntricos unos carteles de pisos en venta que hubieran sido insólitos hace veinte años. (Y no es sólo por la coyuntura sino porque se busca ahora en los pueblos el bienestar que antes se hallaba en los centros históricos de las urbes… junto con otras ventajas que un pueblo no puede proporcionar.) Muchas tiendas de barrio llevan años cerradas y por alquilar. Y se cree necesario emprender más obras faraónicas que suponen destruir el tejido de la ciudad, construir más centros comerciales, más levantes, más pastiches como el que se preparaba en el Bellas Artes, o más edificios altos como el que afeará irremisiblemente la zona del puerto. Se hace mucha propaganda de las maravillas de la ciudad al tiempo que se echan por la borda las fuentes de su memoria e identidad. O peor aún: se “repesca” un hecho cotidiano de un momento del pasado (las cajas apiladas) y se blande neciamente para estropear a fondo precisamente aquello que se debería conservar (las casas porticadas). A los pescadores de antaño se les caería el alma a los pies. 

¡Y yo que creía que los vascos eran amantes de lo suyo, de conservar y cuidar lo bueno de su pasado! ¡Menuda decepción! Si uno se casa y el cónyuge le sale rana, se divorcia y punto. Si te vas a vivir a una ciudad porque te has enamorado de ella y en diez años se convierte en otra ciudad distinta ---obsesionada porque la visiten y le hagan fotos, avariciosa, sucia, con grisáceos maquillajes que la afean, con rulitos en el pelo y ladridos y sirenas de ambulancias en vez de conversación o delicioso silencio---, el asunto es más peliagudo. Para traslados a sitios lejanos estoy ya muy mayor. Así que estoy… atrapada en España, país que me es antipático, entre otras razones, por lo mal que trató siempre a los mejores de sus hijos, que tuvieron que exiliarse, suicidarse o enmudecer. Menos mal que yo no soy una eminencia. 

Pero he aquí que Dios, que según dicen aprieta pero no ahoga, me ha hecho vislumbrar la solución a mis cuitas entre los pucheros de los titulares de los periódicos: INCÓMODOS, ENCAJE, DERECHO A DECIDIR, DESANEXIÓN, SEGREGACIÓN, SECESIÓN, INDEPENDENCIA. 
¡Yo también quiero! Y hace la friolera de sesenta y un años que lo quiero. Para ser exactos, todo hace pensar que lo quise también durante los nueve meses anteriores, lo cual me permite redondear la cifra a 62. Porque ya entonces quería ---necesitaba--- las mismas cosas que sigo queriendo ahora: tranquilidad, pocos sustos, el alimento justo, un poquito de calor, juego limpio… y que el día de mañana se parezca al de hoy, como el de hoy se parece al de ayer. Para irme haciendo, ¿comprenden? 

Pero ay, que el “irse haciendo” no termina con la gestación; no termina sino con la vida. ¿Cómo explicar eso a los que están perfectamente satisfechos ---cómodos--- con realizar sus funciones fisiológicas, ver la tele o juguetear con el ordenador, deambular por los centros comerciales, y concebir el trabajo como tripalium… o como una bicoca para abultar las cuentas bancarias que tienen aquí o en el extranjero? ¿Cómo explicarlo a quienes no necesitan aportar nada valioso (no necesitan, por tanto, las mínimas condiciones ambientales que se requieren para realizar lo valioso), o porque no son capaces, o porque su aportación discurre por las anchurosas vías de la cultura-basura? No lo entienden. No me entienden. No nos entienden. El plural no es mayestático sino de modestia: ¿o habré de considerarme un caso único? 
No, no me entienden. 
De ahí mis enormes deseos secesionistas, que barrunto voy a abrigar hasta el final de mis días. 

Gema Vives 

Nota para colectivos varios: absténganse de poner las manos ---limpias o sucias--- en el párrafo quinto de este artículo para utilizarlo como defensa de anteproyectos o proyectos de cualquier tipo. Muchas gracias. 



SAN SEBASTIAN ¿CAPITAL CULTURAL?

“Si tuviéramos que volver a construir la Comunidad Europea, habría que empezar por la Cultura”.
Jean Monet

"Si desperdiciamos o despreciamos nuestro patrimonio cultural común, no habrá organización o proyecto ideado por las mentes más ingeniosas capaz de ayudarnos o de unirnos".
T.S. Elliot

Desde sus comienzos, el proyecto de la Unión Europea se ha desarrollado en su mayor parte al margen de la cultura. Aunque el sentido y los objetivos del proyecto europeo eran en principio más amplios, la edificación de una Europa unida se ha centrado casi exclusivamente en aspectos jurídicos, económicos e institucionales. Hasta ahora, la identidad de la Unión Europea ha sido predominantemente política, y ha estado basada en el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales, y el imperio de la ley.

Sin embargo, el desarrollo político y social de Europa no se ha visto legitimado por una mayor identificación de los ciudadanos con el proyecto europeo. No se ha logrado una mayor unidad entre sus naciones, ni la necesaria adhesión de sus habitantes en la medida suficiente para asegurar su futuro. El Consejo Europeo, consciente de que sin una identidad más fuerte, la Unión Europea no podrá ser nunca totalmente viable, y de que el intento llevado a cabo hasta ahora de reforzarla únicamente en base a presupuestos cívicos, sociales, o políticos, ha fracasado, y dado que lo que por encima de las fronteras de nuestros países, lo que nos une a todos los europeos y nos puede proporcionar el sentido de identidad y pertenencia anhelado son nuestra historia y cultura comunes, y bajo el lema de la “Unidad en la Diversidad",  este organismo promueve desde hace décadas la idea de la Cultura Europea, mediante un amplio programa, que incluye la manifestación de la Capitalidad Europea de la Cultura, cuyo fin principal consiste en dar a conocer el patrimonio cultural común a todos los ciudadanos del "Viejo Continente", como medio de valorar sus raíces y reforzar la conciencia de formar parte de una misma civilización.

Teniendo en cuenta la frecuente tendencia a la utilización política de este tipo de eventos, y el fácil recurso a las proclamas generalistas, con las que a menudo se enmascara la ausencia de proyectos reales y compromisos concretos, y con objeto de delimitar los parámetros a los que debe ceñirse el programa de las ciudades que aspiren a ostentar el título de Capital Europea de la Cultura, el Consejo de Europa estableció una serie de temas fundamentales que deben abordar las ciudades en su proyecto cultural como son: la promoción de las corrientes culturales comunes en cuya formación la ciudad haya desempeñado un papel importante, el fomento de las manifestaciones y creaciones artísticas a las que estén asociados actores culturales de otras ciudades de los Estados miembros de la Unión, la divulgación entre los ciudadanos de la Unión de los méritos de las personalidades y acontecimientos que hayan marcado la historia y la cultura de la ciudad, la movilización y la participación en el proyecto de amplios sectores de la población, la promoción del diálogo entre las culturas de Europa y las otras culturas del mundo, la valoración del patrimonio histórico y la arquitectura urbana así como la calidad de vida en la ciudad, la realización de iniciativas en materia de acceso y sensibilización al patrimonio..., y en estrecha relación con estos: la contribución al desarrollo de la actividad económica, sobre todo en lo referente al turismo y a la creación de empleo. A pesar de esto, "la oficina de la Capitalidad" de San Sebastián, ignorando la mayoría de estos principios, presenta un programa que toma como motivo principal las mismas cuestiones políticas y sociales, que la Unión Europea ya aborda en otros proyectos, y de las que se ha comprobado su ineficacia para construir la identidad común europea. La convivencia, la reconciliación, los derechos humanos, la igualdad, la liberación sexual, la paz, la vida saludable, el medioambiente, en las que se basa la propuesta municipal, resultan totalmente ajenas al fin y al sentido de la “Capitalidad Cultural”, y nada tienen que ver con la cultura de Europa, que este evento trata de potenciar como factor de unión entre sus pueblos y naciones.

Cuando el Consejo de Europa, en “la guía”, que entrega a las ciudades candidatas, alude al hecho de que ser Capital Europea de la Cultura, supone “una oportunidad única para regenerar las ciudades, cambiar su imagen y darlas a conocer mejor a escala europea e internacional”, se está refiriendo, evidentemente, a la regeneración física del entorno urbano y al enriquecimiento cultural de la ciudad y sus habitantes, no a su moralidad o a su grado de convivencia en que se fundamenta la propuesta municipal. Cuando habla de  “regeneración urbana”, no se refiere a las íntimas conciencias de los urbanitas, sino a los elementos materiales que conforman la ciudad: la arquitectura, la composición urbanística, y los equipamientos culturales, cuya mejora si puede contribuir al bienestar, la integración social y el desarrollo personal de sus habitantes. Así lo han entendido todas las demás ciudades que se han postulado como candidatas desde el año 1985, asumiendo como eje y fin de sus propuestas: la rehabilitación urbana y la protección y puesta en valor de su Patrimonio Histórico.

La arquitectura, como máxima expresión del arte y la civilización, cuenta en nuestra ciudad, con magníficos ejemplos de los distintos movimientos y estilos que han conformado la cultura Europea a lo largo de los siglos, con rasgos propios que la hacen especialmente brillante. San Sebastián, debe incluir en su proyecto la revalorización de su excepcional patrimonio arquitectónico como una de sus más valiosas señas de identidad local, y europea. Con ese objetivo, se hace aún más necesario si cabe,  ampliar el catálogo de bienes patrimoniales y dotar de una protección integral y rigurosa a la totalidad de sus edificios históricos. El previsto derribo de los números 22, 1 y 2, de la calle y la plaza de Easo,  la destrucción del Cerro de San Bartolomé y de su Convento, el incierto destino del palacio Bellas Artes, y de la Estación del Norte, el expolio de nuestros Palacios Reales, la continua desfiguración de los inmuebles del centro histórico con el añadido de desproporcionadas adiciones en altura, la empobrecedora y depredadora reestructuración de nuestras más bellas plazas, jardines y rincones, la privatización de los espacios públicos, la colmatación edificatoria del centro urbano, etc... son actuaciones que además de atentar contra nuestros derechos culturales, nos alejan de los objetivos propuestos por la Unión Europea con este evento. Por el contrario: la adscripción de San Sebastián a ICOMOS (el organo competente de la UNESCO en materia de Patrimonio Cultural), y la creación de una Comisión Municipal del Patrimonio, que asegure el acierto en su valoración y conservación, junto a una mayor atención y exigencia sobre las cualidades compositivas, de habitabilidad y belleza de los nuevos desarrollos urbanísticos, añadiría valor cultural y atractivo turístico a la ciudad, y mostraría el interés cultural de la ciudad y de sus señas de identidad europeas, y el cumplimiento de los compromisos adquiridos al convertirnos en la Capital Europea de la Cultura en el año 2016.

Hace ya décadas que en el seno de la Unión Europea se suscitó y solventó, una pugna sobre la primacía de las diferentes visones existentes acerca de la identidad europea. La idea de que está basada en valores políticos era apoyada por la izquierda europea, frente al concepto de la «Unidad en la Diversidad", tomado para referirse a Europa como a una "familia de naciones", no de comunidades, que defendía la derecha.

Para la izquierda, la identidad europea común surge de unas prácticas políticas y cívicas compartidas por los ciudadanos, de unas organizaciones civiles e instituciones fuertes en la UE, y de la adhesión a diferentes prácticas culturales que no tienen que ser específicamente europeas. Según esta visión de Europa como un espacio de encuentro, los límites de la comunidad deben ser principalmente una cuestión política, no cultural. Esto, en la práctica, significa que paises no específicamente europeos como Turquía puedan formar parte de la Unión. Esta opción cuenta con el apoyo de EEUU, que prefiere una Europa diluida y poco cohesionada, y por tanto, más manejable y dúctil a su influencia e intereses.

Los liberales por su parte creen que una "identidad europea" podría surgir como consecuencia de la intensificación de los intercambios civiles, políticos y culturales, y la cooperación entre sus naciones y el resto de las naciones del mundo. Como las identidades sufren cambios continuos, la identidad europea abarcaría según ellos, múltiples significados constantemente redefinidos a través de sus relaciones con los demás. «Unidad en la Diversidad" significaría para ellos, la participación colectiva en las prácticas políticas y culturales. Y por tanto, desde su punto de vista, sería erróneo e imposible de fijar las fronteras de la UE. Este punto de vista, según sus críticos, sobre-enfatiza la capacidad de las personas para adaptarse a un mundo en continuo cambio y subestima su intrínseca necesidad de estabilidad y seguridad. Una diversidad excesiva puede conducir eventualmente a una pérdida de identidad, de orientación y de coherencia, y por lo tanto debilitar la democracia interna y los vínculos comunitarios ya establecidos.

Por su parte, el Partido Popular Europeo defiende una visión, que además de la reconocida universalidad de derechos y valores, la democracia, y el imperio de la ley, desarrollados a partir de la herencia cristiana de Europa, estima que esta ha sabido conservar un patrimonio cultural compartido que constituye el principal referente de la cultura Europea y el mejor vínculo entre las naciones que la conforman. Este sentido de pertenencia a un proyecto europeo sólo puede basarse según esta visión, en unos valores culturales y unas convicciones ya determinadas, en base a las que se deben definir ya las fronteras de la UE.

A pesar de estas diferencias entre las distintas tendencias políticas, existen una serie de factores que son vistos por la mayoría como condiciones indispensables para el surgimiento de una verdadera y duradera identidad europea: En política: el fortalecimiento de la participación democrática en todos los niveles. En cuanto a la educación y la cultura: el refuerzo de la dimensión europea en temas como la historia, las artes, las letras a través de una progresiva valorización del patrimonio común, un mayor enfoque en el aprendizaje de idiomas, y el intercambio etc; respecto al factor económico y social, el contrarrestar las grandes diferencias existentes entre las naciones de Europa y entre sus habitantes.

La manifestación de la Capitalidad Europea de la Cultura, logra concretar un acuerdo entre todos los grupos políticos, que reconoce que lo que la integración europea necesita ante todo, es un proyecto cultural basado en una historia común y un patrimonio o herencia cultural compartida, ya que la democracia, los derechos humanos, la libertad, ya no son parte de la especificidad del ser europeo, sino principios comunes a todo el mundo occidental que, se ha demostrado, poco pueden hacer por lograr el sentimiento de pertenencia a una historia común europea.

Europa no está definida y diferenciada de Asia, y del resto del mundo por su geografía o su ordenamiento social y político, sino por su cultura. Se puede afirmar que Europa es una cultura. Europa a princios del siglo pasado no tenía rivales, Europa era el mundo y sus naciones peleaban entre ellas por la propiedad de las demás naciones del mundo. Hoy todo ha cambiado, Europa tiene unos rivales tan poderosos o mas que ella misma, y por tanto debe, como nunca antes, fortalecerse y definirse si quiere sobrevivir y mantener su nivel de vida. Los problemas para ratificar la constitución europea,  el  cuestionamiento de la viabilidad de la moneda europea, y el creciente sentimiento antieuropeísta en su seno, han puesto en evidencia que la idea de europa no ha terminado de calar en las conciencias europeas, que el discurso sobre los derechos sociales, y la union monetaria no han conseguido unir a los europeos en un proyecto común, y que por tanto, es la cultura, la identidad, lo que puede servir para este fin.

Rafael García-Velilla




Informe sobre el Plan Director de Reordenación de Edificios y Departamentos Municipales

1. Observaciones

El Plan Director contempla los edificios municipales desde prismas exclusivamente utilitaristas donde la funcionalidad queda erigida en criterio único a tener en cuenta, obviando cualquier referencia a la naturaleza y el valor patrimonial de los mismos. El principio conceptual elegido para enfocar el carácter de las intervenciones previstas sobre los inmuebles municipales se reduce a la más estricta practicidad, concretada en los objetivos de lograr una mejor accesibilidad y eficacia potenciando la transversalidad y coordinación entre los diferentes departamentos, servicios y oficinas.

Para lograr dichos fines se prevén profundas intervenciones, con un coste no inferior a 40 o 50 millones de euros, que modificarán de forma irreversible algunos de los monumentos más notables y emblemáticos de la ciudad. Se busca optimizar el aprovechamiento del espacio construido mediante importantes actuaciones de reforma en los edificios de la Casa Consistorial y el antiguo Ayuntamiento de la Plaza de la Constitución, el derribo del Palacio Goikoa -con la sola conservación de su envolvente exterior- y la habilitación de nuevas superficies disponibles en la manzana de dependencias municipales de la calle Easo y el Teatro Principal.

A nuestro juicio, lo que las intervenciones proyectadas están poniendo de manifiesto, es que la ciudad actual ha generado unas necesidades y unos usos nuevos de un orden mayor a la capacidad de ser resueltos con las infraestructuras y tramas urbanas heredadas, surgidas para dar respuesta a necesidades pretéritas. Para colmar estas insuficiencias se nos proponen soluciones que pasan por desfigurar el patrimonio construido a fuerza de levantes, ampliaciones y el abuso de reutilizaciones forzadas. Se programan destinos arbitrarios y escasamente apropiados para edificios históricos, a los que se atribuyen funciones muy distintas de aquellas para las que fueron construidos.

Suele argumentarse que un edificio histórico sin uso se halla abocado a la destrucción por abandono, lo cual es muy cierto. Pero con base en este loable deseo de recuperación se está pasando a dotar de funcionalidades cualesquiera a los inmuebles, las más de las veces con absoluta incompatibilidad respecto a su concreta configuración tipológica. Particularmente desafortunado parece el proyecto de trasladar las instalaciones de la Biblioteca Municipal de Alderdi Eder, para reubicarlas en el edificio del Teatro Principal.

La falta de coherencia entre el uso contemporáneo impuesto y la estructura del monumento llega a plasmarse, en los casos más dramáticos, en previsiones de derribo, con el solo mantenimiento de las fachadas, reducidas a simple decorado urbano (Palacio Goikoa). En general, advertimos con tristeza que el Plan Director de Reordenación de oficinas y departamentos trata a los edificios históricos como meros contenedores, ignorando por completo sus facetas documental, histórica y significativa. De hecho, actuaciones como las que ahora se contemplan en San Sebastián, vienen siendo reiteradamente denunciadas a través de manifiestos y declaraciones internacionales[1]. Ante la proliferación de abusos en este terreno, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), llegó a plantear como eje de sus campañas de trabajo y sensibilización para el trienio 1997-99 la reivindicación de “un uso sensato para nuestros monumentos”, demanda igualmente asumida por el Gobierno Vasco, en el marco de la elaboración del Plan Vasco de Cultura (2003)[2].

Creemos que cualquier plan de recuperación del patrimonio construido debería tener en cuenta, en primer lugar, la compatibilidad arquitectónica. Ello significa no considerar al edificio como un “contenedor” indiferente sino, al contrario, como un organismo dotado ya por cuenta propia de características espaciales y tipológicas que se debiera encontrar el modo de conservar y tutelar. Con toda evidencia, el Plan Director ha programado unos determinados usos sin realizar análisis previos sobre la capacidad real de los monumentos para asumir los programas y funciones previstos, o de hacerlo sin resentirse en sus valores esenciales. Se pretende que sean los técnicos, a posteriori, los encargados de asumir tareas de adaptación en muchos casos imposibles, en los respectivos anteproyectos que el Gobierno Municipal se propone encargar a toda prisa.

A nuestro modo de ver, el procedimiento a seguir debiera ser justamente el inverso: es necesario proceder a la reflexión y el estudio inicial, de forma que en función del tipo de monumento, su estado físico, su significación colectiva y los objetivos reales a satisfacer, pueda optarse por criterios y mecanismos de intervención diferenciados y respetuosos con la singularidad de cada edificio. Porque el conocimiento de un monumento es consustancial al acto de rehabilitación. No es algo que pueda negociarse, ni que dependa de la mayor o menor sensibilidad de un arquitecto, de un promotor o de una administración. Por la misma razón por la que no permitiríamos a nadie modificar a su antojo un viejo documento escrito, tampoco debería autorizarse la intervención en un edificio histórico sin antes haber procedido a decodificar toda la información que encierra.

En este sentido, creemos que se impone asignar una mínima parte del faraónico presupuesto movilizado por el Plan Director a la realización de estudios interdisciplinares, en los que se recojan además de las habituales previsiones de tipo técnico, las conclusiones obtenidas tras reconocer a fondo la materialidad de los edificios, examinar la documentación histórica disponible y valorar adecuadamente los aspectos artísticos y ambientales que cualifican las obras arquitectónicas y explican las condiciones de su inserción en la trama urbana. Las más elementales medidas de prudencia aconsejan informarse antes de actuar; sólo a partir de esa lectura previa estaremos en situación de racionalizar al máximo el ulterior uso y minimizar el impacto traumático de las futuras intervenciones, evitando errores irreparables[3].

No podemos conformarnos con intervenciones justificadas en torno a una aparente “salvación la piedra”. Entendemos que el patrimonio edificado está protegido porque se reconoce que en él se plasman determinados valores de interés general que merecen preservarse. Así lo admite el Catálogo de Patrimonio anexo al vigente P.G.O.U, al incluir las mencionadas dependencias municipales dentro del grupo de edificios que “constituyen elementos fundamentales, no sustituibles, de la imagen urbana y la memoria histórica de la Ciudad”, o “contribuyen a identificar y configurar las citadas imagen y memoria urbanas”[4].

Lamentablemente, esa preocupación por el contexto y la memoria de los lugares parece estar totalmente ausente del Plan Director. En el momento actual la tradicional concepción de lo patrimonial, anclada en las características del objeto físico, está dando paso a una visión mucho más amplia que incide en la significación social y antropológica del mismo. Los monumentos no pueden ser considerados ya como elementos aislados, sino que hay que entenderlos inscritos en el conjunto del que forman parte, y vinculados históricamente a la evolución de la realidad urbana a la que se adscriben. El último texto que recoge los principios fundamentales para la conservación y restauración del patrimonio construido (Carta de Cracovia, 2000), ha vuelto a llamar la atención sobre la memoria histórica de lo edificios, reivindicando su importancia y paridad junto con los componentes arquitectónicos y formales[5].

Todo proyecto serio de recuperación de monumentos históricos debe por tanto respetar dicha paridad, concediendo al problema de la significación al menos tanta importancia como a las cuestiones materiales y las contingencias técnicas. Es la sociedad quien da sentido y contenido al patrimonio, reconociendo en él sus señas de identidad. La recalificación de cualquier edificio mediante la asignación de nuevos usos, demanda un trabajo paralelo de reconstrucción del hilo de la memoria colectiva. El silencio en torno a estos temas resulta flagrante, especialmente al existir tres inmuebles (Goikoa, Teatro Principal y antiguo Ayuntamiento) incluidos en un entorno sensible como la Parte Vieja donostiarra -declarada Conjunto Monumental y Área de Rehabilitación Integrada- donde cualquier operación de signo patrimonial debería administrarse desde la más exquisita ponderación y respeto hacia los valores históricos.

Sin embargo, la improvisación y el voluntarismo parecen ser las notas dominantes de un Plan Director que únicamente alcanza a expresar un genérico deseo de “revalorizar y aprovechar al máximo las potencialidades que ofrecen los edificios municipales más emblemáticos, subrayando su identificación ante la ciudadanía como sedes municipales”. El manifiesto afán por rentabilizar la intervención a todos los niveles no hace sino evidenciar aún más la falta de sensibilidad ante el potencial semántico de la ciudad, o sea: el conjunto de significados atribuibles al espacio urbano por parte de sus usuarios. Nos referimos a valores intangibles pero socialmente relevantes entre los que se cuentan señaladamente componentes de orden estético, simbólico y afectivo. Valores colectivos que los responsables municipales no pueden ignorar o manipular a su antojo, pues condensan el aprecio actual de los ciudadanos hacia el patrimonio heredado y representan la mejor garantía para la futura conservación del mismo[6].

El presente Plan Director descuida notoriamente la dimensión inmaterial del patrimonio urbano, alentando actuaciones que pueden degradar de forma irreversible la aptitud que distingue a los bienes que lo integran para satisfacer necesidades culturales. Convendría tener muy presente la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que ha consagrado la idea de conservación del patrimonio histórico como eje del derecho social a la cultura reconocido en la Constitución. En caso de duda la doctrina colige la necesidad de interpretar y aplicar todo el ordenamiento jurídico de carácter cultural en el sentido más favorable a la conservación de aquellos elementos incluidos en su ámbito, vinculando en dicha obligación a las autoridades y poderes públicos[7]. La orientación tendente a la preservación de los valores preexistentes y socialmente reconocidos, en detrimento de eventuales e inciertos nuevos valores a obtener a través de intervenciones que podrían poner en peligro los primeros, viene inspirando asimismo los trabajos preparatorios del anhelado Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Catalogado de la ciudad (P.E.P.P.U.C), todavía en curso de redacción[8].

Con todo, la intervención de la Administración no puede limitarse a garantizar la existencia física de los bienes que integran el patrimonio, sino que debe dirigirse con igual intensidad a hacer posible el disfrute público del valor cultural que representan. El contenido de la acción de tutela sobre los bienes culturalmente calificados no acaba en la simple conservación estática; exige el desarrollo de una acción positiva por parte de los poderes públicos, a través de políticas activas de promoción y puesta en valor[9]. Por eso, entendemos que el interés público que determina la protección legal del patrimonio histórico no encuentra satisfacción en la sola conservación exterior de fachadas, ni puede agotarse o justificarse en razón de la titularidad pública de un edificio o su afectación a funciones de utilidad social. La verdadera dimensión social y destino público de los bienes patrimoniales se fundamentan en su aptitud para favorecer el acceso a la cultura, característica que sin duda se verá notablemente disminuida en los casos de vaciado interior y grave alteración tipológica o funcional del monumento.

La Asociación Donostia-Ciudad mantiene la necesidad de superar el actual acercamiento al patrimonio edificado en clave desagregada, al margen de consideraciones urbanísticas, o simplemente no contemplando el conjunto espacial en que se integran los edificios. No se trata simplemente de decidir el nuevo uso al que se destina un inmueble, como de imaginar y programar con coherencia las transformaciones que ese nuevo destino provocará en el contexto urbano del que forma parte. La necesidad de salvaguardar los bienes integrantes del patrimonio inmueble va más allá de su estricta dimensión física; comprende un área más extensa, lo que se ha dado en llamar “entorno” o lugar donde se mantienen ciertas relaciones de perspectiva con el marco ambiental, dado que la realidad espacial que lo rodea influye directamente en el aspecto exterior del bien y en su capacidad de representar un valor cultural. Casos como el de los eventuales levantes previstos para el Palacio Goikoa nos brindan un ejemplo clarísimo de la ausencia total de sensibilidad en este sentido.

Asistimos hoy a la emergencia de una nueva concepción de lo patrimonial. Su ámbito trasciende la protección del elemento puntual en función de criterios artísticos, históricos o monumentales, para integrarse en el ecosistema territorial y el mundo de los valores como condicionantes del comportamiento de los grupos sociales en relación a su medio ambiente. La conciencia de la necesaria autolimitación en la actividad humana -sea en la modificación de la naturaleza o del entorno urbano- se ha convertido ya en el rasgo nuevo más sobresaliente de nuestra época. Cualquier proyecto de gestión patrimonial habrá de entenderse en lo sucesivo inscrito en el contexto más amplio de políticas de desarrollo sostenible. Es hora de asociar el problema de la conservación del patrimonio a planteamientos alternativos de tipo urbanístico, capaces oponer soluciones a las contradicciones que viven nuestras ciudades. En este sentido, nos parece criticable la falta de ambición que demuestra el Plan Director, al no decidirse a abordar las carencias y falta de adecuación de las instalaciones municipales de raíz, en clave urbana.

A nuestro juicio, los costosísimos acondicionamientos previstos, que violentan los edificios municipales forzando su capacidad a veces hasta límites extremos, no son sino precarios remiendos aplicados sobre fábricas ya excesivamente intervenidas en el pasado. Las limitaciones estructurales consustanciales a los inmuebles históricos hacen imposible la necesaria reserva de espacios para futuros desarrollos, con lo que es más que probable que los actuales síntomas de hacinamiento y deficiente articulación interna vuelvan a reproducirse fatalmente al cabo de pocos años. Pensamos que sería deseable ir pensando en dotar a la ciudad de una nueva sede municipal, con oficinas verdaderamente funcionales y acordes a las necesidades contemporáneas. La iniciativa de construcción de la futura Casa Consistorial podría enmarcarse en el amplio programa de renovación urbana fijado por el Gobierno Municipal para el año 2013, constituyendo el símbolo más visible del anhelo repetidamente expresado por el Sr. Alcalde de “refundar” la ciudad. No deberíamos dejar pasar esta oportunidad histórica para San Sebastián.


2. Propuestas en torno a la intervención proyectada

Palacio Goikoa (antiguo Gobierno Militar)

Expresamos nuestro más firme rechazo a la actuación programada en Goikoa. El edificio únicamente cuenta con una protección de “Grado II” según el vigente Catálogo Municipal, lo que efectivamente permitiría su vaciado interior con la sola conservación de la fachada. Es lamentable que la autonomía de los ayuntamientos en materia urbanística resulte en ocasiones tan mal entendida por las corporaciones locales, hasta el punto de considerar los más elementales principios de protección de su propio patrimonio como un “estorbo” a superar en aras de un supuesto progreso municipal. Nos encontramos ante un proyecto absolutamente irrespetuoso, donde la toma en consideración de los valores integrales del patrimonio edificado se olvida, ante la perspectiva de obtener rentabilidades inmediatas.

La remodelación prevista en Goikoa implica la destrucción de espacios tan significativos como el vestíbulo, la gran escalera monumental y el espectacular salón de la planta noble, que cuentan con suntuosas decoraciones en forja, carpintería y artesonados. La desaparición de estos interiores decimonónicos –en buen estado de conservación- degradará irreversiblemente el valor documental del inmueble, infligiendo una pérdida sensible al ya mermado patrimonio de la ciudad. No es de recibo que aquello que el Ejército supo preservar durante décadas, lo destruya ahora el propio Ayuntamiento de San Sebastián.

El Palacio es un edificio singular dentro de la Parte Vieja donostiarra, calificada con la declaración de Conjunto Monumental (B.O.P.V. 17/09/1987). Está ubicado en un enclave de indiscutible valor paisajístico, que además es zona arqueológica inscrita igualmente con la categoría de Conjunto Monumental en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco (B.O.G. 26/03/1996), pues la construcción se halla asentada en el sector del recinto amurallado donde se alzaba el antiguo “Torreón del Ingente”, que presta su nombre a la actual calle Igentea. El edificio constituye un interesante ejemplo de la arquitectura neoclásica de finales del siglo XIX. Sus líneas son sobrias y elegantes, y sobre todo muy proporcionadas a la escala de las construcciones circundantes. En su entorno inmediato existen otros dos inmuebles que han recibido la calificación de Monumento, como son el Ayuntamiento (B.O.P.V 4/08/1984, nº 132) y el Real Club Náutico (B.O.G. 26/12/2000). Creemos que en un espacio urbano tan cualificado y sensible como éste, cualquier proyecto de modificación exterior (cubiertas, levante, etc) debiera ser inmediatamente descartado.

Por otra parte, estamos ante un inmueble poco y mal conocido, que reclama serias y urgentes investigaciones desde el punto de vista documental. La actual atribución a José Goicoa, mantenida en la Guía de Arquitectura publicada por el Colegio Oficial de Arquitectos y en la monografía del Dr. Mendizábal, José Goikoa, autor de San Sebastián, merece ser revisada[10]. En un artículo de reciente publicación, D. Juan Manuel de Encío Cortázar, sostiene que la paternidad del proyecto correspondió a los capitanes José González Gutiérrez Palacios y Juan de Olavide, quienes actuaron bajo la supervisión permanente del coronel de Ingenieros Paulino Aldaz Goñi. La documentación referente a la construcción del inmueble –muy detallada-, obra en el legajo 688 del Archivo General Militar de Segovia, sito en el Alcázar. El voluminoso expediente abarca los años (1881-1929), e incluye planos generales y de detalle muy minuciosos[11]. Será imprescindible estudiar a fondo dicha documentación con carácter previo a cualquier intervención, pues todo proceso rehabilitador debe abordarse, esencialmente, como un acto de conocimiento.


Teatro Principal

Actualmente cuenta con una protección de “Grado II” y se inscribe asimismo dentro del Conjunto Monumental de la Parte Vieja. Entendemos que el más antiguo de los coliseos donostiarras, construido en 1844 sobre el Café Viejo de la calle Mayor, debería mantener su función original como teatro. Garantizar esta continuidad en el uso, sería el mejor modo de asegurar la correcta conservación del edificio con todos sus valores. El dato de la titularidad municipal o su identificación como tal de cara a los ciudadanos, nos parece en este caso secundario. En cuanto a la posible habilitación de nuevos espacios, en la reconstrucción operada en el año 1933 por el arquitecto Juan Rafael Alday, ya se aprovechó al máximo el último milímetro de terreno, situándose el vestíbulo del patio de butacas bajo las calles de Bilintx y Mayor y disponiéndose la salida por un subterráneo que va a parar a la plaza de Lasala. Tampoco parecen adecuadas hipotéticas elevaciones en altura, que en todo caso deberían ceñirse al perfil básico autorizado en el Plan Especial de Rehabilitación del casco histórico.


Biblioteca de la Plaza de la Constitución (antiguo Ayuntamiento)

La antigua Casa Consistorial fue proyectada en 1819 por el arquitecto aragonés Silvestre Pérez, uno de los principales artífices del neoclasicismo peninsular. Tras su fallecimiento, la obra fue llevada a cabo por Pedro Manuel de Ugartemendía, quien introdujo escasas variantes respecto al diseño original. Inscrito, al igual que los anteriores, en el corazón del Conjunto Monumental de la Parte Vieja, este inmueble goza del máximo nivel de protección (“Grado I”), según el vigente Catálogo de Patrimonio Urbano, contando con expediente de declaración de Bien Cultural incoado.

El edificio se encuentra ligado a las fachadas de la plaza de la Constitución mediante la continuidad de sus arquerías. Esta plaza, declarada igualmente Bien Cultural Calificado (B.O.P.V 4-08-1984), fue construida en base a un proyecto fechado por Ugartemendía en 1815. Basada en el esquema de la plaza mayor española, la ordenación conjunta de fachadas y viviendas rodea la antigua Casa Consistorial, que destaca como el monumento que domina todo el recinto.

El proyecto de instalar en este soberbio edificio el Archivo Municipal nos merece en principio una valoración muy positiva, pues se trata de un noble destino que reanuda además con la antigua vocación del inmueble. Deberá prevalecer en cualquier caso el respeto a la arquitectura histórica (en su estructura y distribución interior, decoración e iconografía), siendo en todo momento los nuevos usos los que deban adaptarse a la configuración del inmueble, y no al revés. El régimen aplicable será el más restrictivo, es decir el propio de las “intervenciones constructivas sin ampliación”, en la modalidad de “restauración científica”, orientado a la puesta en valor de sus cualidades arquitectónicas, de forma que se posibilite en su interior un nuevo uso acorde con dichas cualidades.

Ayuntamiento (antiguo Gran Casino)

El Gran Casino (1887), obra de Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos deudora del modelo acuñado por Charles Garnier en Montecarlo, es probablemente la obra cumbre de la arquitectura ecléctica en San Sebastián. Edificio relacionado con el ocio y las actividades terciarias propias de una ciudad elegida por la monarquía como sede estival, toma como referencia el estilo “Beaux Arts” o Segundo Imperio, que proporcionó a la burguesía donostiarra un modelo de opulencia y cosmopolitismo para cubrir perfectamente sus necesidades de representación. Como edificio que resume la imagen de la ciudad, se le reservó un privilegiado emplazamiento (Alderdi Eder) al borde del mar, siendo objeto de una verdadera “puesta en escena” a escala urbana, al ubicarse sus fachadas como remate de una amplia esplanada ajardinada y de una gran alameda bautizada significativamente como “Boulevard”.

Constituyó durante los treinta y siete años de su plena vigencia (1887-1924) la institución turística más importante de la ciudad. No sólo contribuyó a conferir el máximo esplendor al veraneo donostiarra, y a la propaganda de San Sebastián como estación balnearia de fama mundial, sino también al desarrollo de su cualidad urbana, a través de la famosa “Junta del Progreso para el Fomento de los Intereses de San Sebastián”, construyéndose gracias a los beneficios del juego, importantes obras como el Paseo del Príncipe de Asturias (Paseo Nuevo).

La Asociación de Patrimonio Urbano propone recuperar este edificio como lugar para el ocio, la cultura y la sociabilidad, abriéndolo de nuevo al disfrute de donostiarras y visitantes. Nos hacemos eco así de una vieja aspiración ampliamente compartida por la ciudadanía, y ya expresada en los lejanos tiempos de la afectación del inmueble a su actual destino. Uno de los concejales acertaba a expresarlo de forma muy gráfica, en el agitado pleno municipal del 23 de mayo de 1941, que precedió a su conversión en Casa Consistorial:

“Todas las ciudades veraniegas, ceden sus franjas más próximas al mar al recreo. Casinos, paseos, grandes hoteles…Deauville, Biarritz, Scheveningen, Lido, Saljobade…tienen un bello palacio a la orilla de sus playas y no llevan allí a sus concejales y a sus empleados. Los tienen trabajando en cualquier parte y aprovechan sus lugares estratégicos para sus fines vitales. ¡A qué comerciante se le ocurriría reservar el escaparate para sus mesas de contabilidad!”[12]

En efecto, numerosos casinos del viejo continente, han conservado su vocación inicial. En nuestro entorno próximo cabría mencionar el casino de El Sardinero, en Santander, por ejemplo. Además, desde hace algunos años, el interés creciente por el patrimonio turístico, termal y balneario viene dando lugar a brillantes restauraciones: Deauville (1988) o más recientemente el Palais Beaumont de Pau (2000)[13], fueron objeto de intervenciones que han merecido el reconocimiento unánime. En Biarritz, la espléndida recuperación del Casino Municipal como imagen y eje de atracción de la ciudad (1994)[14], así como el posterior acondicionamiento del Casino Bellevue para servir de centro de congresos y exposiciones (1998)[15], se concibieron como punta de lanza de un envidiable programa de regeneración urbana, que incluyó la creación de una Zona de Protección del Patrimonio Arquitectónico, Urbano y Paisajístico (Z.P.P.A.U.P), bajo cuyo amparo se sitúan –además de diversos enclaves naturales- un total de 7 Monumentos Históricos, 230 villas y 600 edificios que deberán ser conservados. El objetivo: preservar el variado patrimonio cultural y medioambiental que define el encanto y la personalidad única del municipio[16].

Una de las tendencias sociales recientes que afectan a la nueva percepción del patrimonio arquitectónico es el reconocimiento de su potencial económico y, en particular, su condición de recurso esencial para el turismo cultural. Quisiéramos llamar la atención sobre las enormes posibilidades que encierra el antiguo casino donostiarra en este sentido. Aunque el edificio perdió algo de su original carácter lúdico con la supresión del kiosco que presidía su terraza, el escenario y las estufas de vidrio que se abrían a ambos extremos del gran salón de baile, la desaparición del mobiliario y parte de la decoración azulejada que recorría la fachada dotando de singular aire festivo al conjunto, aún conserva intacto lo esencial de su interés, constituyendo todavía uno de los mejores y más monumentales ejemplos europeos en su género. Su rehabilitación y posterior reapertura al público supondría la dotación de un atractivo turístico de primer orden para la ciudad.

En este sentido, parece oportuno deshacer el tópico que ve en el Casino una especie de exclusivo templo del lujo reservado a unos pocos afortunados y recordar que, como gran palacio de la mundanidad, acogió siempre a las gentes más diversas, constituyendo una especie de círculo abierto a todos; por eso resultaba necesario diferenciar los distintos servicios mediante una sabia distribución interior, de manera que cada cual pudiese hallar los placeres apetecidos: la sala de fiestas y sus anexos (los fumoirs acristalados), los salones, la salas de lectura, de conversación, el café restaurant, el billar, comedor, gabinetes particulares y el círculo, situados en la planta baja del inmueble, brindaban todas las comodidades y refinamientos. Las actividades de ocio se extendían incluso al exterior del establecimiento: la amplia terraza frente al edificio reunía una importancia de primer orden. Es allí donde se acudía en busca del frescor de la brisa marina y la sombra de los toldos durante los grandes calores del verano, existiendo un kiosco para los conciertos al aire libre.

Los bailes y cotillones de sociedad, las funciones de teatro, espectáculos y conciertos, se sucedían continuamente en el Gran Salón, estancia central que vino a afirmarse como el principal núcleo de atracción del Casino: un suntuoso espacio para la reunión y el solaz artístico y social. Este salón de fiestas, al que se accede a través de la deslumbrante escalera principal, junto con la terraza y demás salas e instalaciones de la planta baja, estaban a la disposición del público en general, y constituyen sin duda los espacios más interesantes y mejor conservados del conjunto. Por el contrario, las mesas de juego propiamente dichas (ruleta, caballitos, bacarrá, etc) -de acceso estrictamente restringido- se hallaban instaladas en las plantas superiores, en la actualidad profundamente transformadas. La Asociación del Patrimonio Urbano propone reubicar las diversas oficinas y dependencias, así como trasladar la celebración de los Plenos Municipales a un nuevo Palacio Municipal, mejor adaptado y expresamente construido para estos fines, con el objeto de devolver a nuestro Casino su primitiva vocación cultural y recreativa.

Tal y como el Sr. Alcalde viene poniendo de relieve, la apuesta por un nuevo renacimiento de San Sebastián en el horizonte de 2013 nos exige enriquecer la oferta cultural, preservando y potenciando nuestro patrimonio arquitectónico y paisajístico[17]. Ante la feroz competencia entre ciudades por atraer visitantes, Donostia no ha optado por dotarse de grandes equipamientos culturales espectaculares tipo Guggenheim, sino que viene apostando decididamente por una política de “refundación” de edificios emblemáticos como el Teatro Victoria Eugenia, el Museo San Telmo o Tabacalera, que son patrimonio de la ciudad, y que una vez rehabilitados pueden llenarnos de orgullo y permitirnos satisfacer las más exigentes demandas de la sociedad actual[18]. Parece llegado el momento de consolidar el posicionamiento de San Sebastián en el sector de la economía turística mediante actuaciones arquitectónicas de calidad y relevancia. Por fortuna, disponemos aún de potencialidades para desarrollar y equipamientos por reinventar. San Sebastián puede y debe ser ambiciosa de cara al futuro y apostar sin complejos –al igual que las ciudades de su entorno- para ofrecer un producto turístico variado y de calidad[19].

Pensamos que el antiguo Casino constituye una pieza clave en este sentido, cuya adecuada recuperación brindaría una inmejorable oportunidad para reforzar el eje del turismo cultural. La necesidad de superar las inercias que impiden aprovechar de forma contundente las innegables ventajas de la ciudad en términos de calidad de su entorno natural y paisaje construido es uno de los aspectos a mejorar, a los que apunta el Plan Director de Turismo, que se espera sea objeto de aprobación en los próximos días. El borrador del documento advierte que las singularidades que ofrece el hábitat urbano donostiarra y su probada tradición en el sector turístico, no se han aprovechado lo suficiente. Creemos sinceramente que una inteligente recuperación del edificio histórico que ha sido faro y buque insignia de la proyección donostiarra como destino internacional debiera permitirnos enlazar con lo mejor de esa tradición. El reto consistiría en lograr conciliar el respeto al valor documental del edificio y la puesta en valor de los encantos trasnochados de la Belle Époque, con los objetivos e intereses actuales. Porque restaurar un monumento es siempre asumir un legado, que hay que buscar el modo de reinterpretar y proyectar hacia el futuro

El inmueble fue declarado Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional por el decreto 265/1984 de 17 de julio, categoría que tras la promulgación de la Ley de Patrimonio Cultural Vasco, ha sido equiparada a la de Bien Cultural Calificado. Posee, por tanto, el máximo nivel de protección (“Grado I”). Cualquier intervención sobre el mismo deberá respetar los elementos tipológicos, formales y estructurales de la construcción, sujetándose a la autorización previa de los órganos competentes de la Diputación Foral, regulada en el art. 29 de la citada Ley de Patrimonio.

Manzana de Edificios Municipales (Calle Easo).

Este edificio, proyectado en 1931 por Juan Rafael Alday, entonces arquitecto municipal, muestra la herencia del racionalismo de los años veinte, presente en la planeidad y continuidad de las fachadas, de composición predominantemente horizontal y las curvas de bandas y vuelos en los ángulos, sin olvidar ciertos resabios propios de la arquitectura tradicional como el revestimiento de arenisca y las citas de órdenes clásicos.

El inmueble comprendía originariamente los usos de Instituto de Higiene, Cuartel de Bomberos, Conservatorio de Música, Declamación Vasca y Guardia Municipal, algunos de los cuales todavía se mantienen in situ. Por esta razón se esconden varios edificios bajo una fachada unitaria que llega a cambiar incluso de perfil entre las tres y cinco alturas.

El edificio cuenta actualmente con una protección de “Grado II”. El proyecto de potenciar el uso de oficinas tras efectuar una redistribución interior nos parece acertado, mostrándose muy acorde con la naturaleza del inmueble, cuya construcción se orientó a partir de criterios eminentemente funcionales.

[1] La Carta del Restauro (1972), en relación con las actuaciones edilicias en centros históricos (Anexo D), establece que la renovación funcional de los órganos internos, se ha de permitir solamente allí donde resulte indispensable a los efectos del mantenimiento del uso del edificio. En este tipo de intervención es de fundamental importancia el respeto de las peculiaridades tipológicas y constructivas del mismo, prohibiéndose todas aquellas intervenciones que alteren sus características, así como el vaciado de la estructura o la introducción de funciones que deformen excesivamente su equilibrio tipológico-estructural. (http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/ITALIA_2.pdf).

[2] A. AZKARATE, M. RUIZ DE AEL y A. SANTANA: «El patrimonio arquitectónico», Consejo Vasco de Cultura. Ponencias. Área 1. Patrimonio cultural (febrero, 2003) (http://www.kultura.ejgv.euskadi.net/r46-5773/es/contenidos/informacion/pv_patr_arquitectonico/es_6597/adjuntos/patrimonio_arquitectonico_c.pdf).

[3] La Carta Italiana del Restauro de 1972 (Anexo D), ya hacía hincapié en la necesidad de la documentación previa a cualquier actuación urbanística, en base a que los asentamientos humanos constituyen testimonios de la cultura del pasado, llegando a indicar que de sus resultados dependerá la decisión del grado de intervención adecuado (http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/ITALIA_2.pdf). Su sucesora, la Carta de 1987 de la Conservación y Restauración de los Objetos de Arte y Cultura (Anexo B), se muestra incluso más drástica, estableciendo que ningún proyecto de conservación o restauración puede ser considerado idóneo para pasar a la fase de ejecución si no está precedido de un estudio atento de la obra y de su contexto ambiental (http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/ITALIA.pdf). La necesidad de realizar estudios históricos previos y paralelos a la restauración viene ampliándose con la promulgación de cada nueva Carta. Véase al respecto el último documento aprobado en la Conferencia Internacional sobre Conservación “Cracovia 2000”, (Art. 3) (http://www.mcu.es/museos/docs/CartaDeCracovia.pdf).

[4] PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANA DE SAN SEBASTIAN. (Aprobación definitiva 16/11/95). Documento “B” (Normas Urbanísticas). Libro I (Normas Generales). Título IV. Art. 4.3.

[5] Carta de Cracovia 2000. Principios para la conservación y restauración del patrimonio construido (http://www.mcu.es/museos/docs/CartaDeCracovia.pdf).

[6] D. KLOSEK-KOZLOWSKA: «The Protection of Urban Heritage: the Social Evaluation of the Space in Historic Towns - Local Intangible Values in a Globalised World», en Estrategias relativas al Patrimonio Cultural Mundial. La Salvaguarda en un Mundo Globalizado: Principios, Prácticas y Perspectivas. XIII Asamblea General de ICOMOS (Madrid, 3-4 dic. 2002), pp. 87-89 (http://www.international.icomos.org/madrid2002/actas/87.pdf).

[7] J. M. ABAD LICERAS: Patrimonio histórico y jurisprudencia: 1930-2003. Asociación Española de Gestores de Patrimonio Cultural. Madrid, 2003 [CD-ROM].

[8] L. SESÉ MADRAZO: Trabajos preparatorios del P.E.P.P.U.C (Abril, 2007).

[9] M. R ALONSO IBÁÑEZ: El patrimonio histórico. Destino público y valor cultural. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo. Editorial Civitas. Madrid, 1992.

[10] M. ARSUAGA y L. SESÉ (eds.): Donostia-San Sebastián. Guía de arquitectura. Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro. San Sebastián, 1996, p. 43 y A. MENDIZÁBAL ETXEBERRIA: José Goikoa, arquitecto, autor de San Sebastián. Fundación Kutxa. San Sebastián, 2003, p. 139.

[11] Los de las cuatro fachadas y las tres principales secciones están dibujados a escala 1:100 y son estupendos, mientras que los de huecos reflejan a escala 1:20 incluso los detalles de la carpintería y herraje de balcones. Hay también cuatro planos de planta a escala 1:200 correspondientes a “cimientos y sótano”; “planta baja”; “piso primero o planta noble”, y el “piso segundo” o de oficinas militares de ingenieros y artillería. Cit. J. M. DE ENCÍO CORTÁZAR: «Claves técnicas de una evolución urbana», Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián, 39 (2005), pp. 462-465.

[12] Cit. J. M. SADA: Historia de los casinos de San Sebastián: siglos XIX y XX. Nuevo Gran Casino del Kursaal. San Sebastián, 1987, p. 182.

[13] L. VINCENT : Le siècle du Casino : du Palais d´Hiver au Palais Beaumont. Marrimpouey. Pau, 1999.
[14] V.V.A.A. : Biarritz, le Casino, 1929-1994. Institut Français d´Architecture. Éditions Norma. Paris, 1994.

[15] F. CECCALDI : Biarritz : le casino Bellevue : l´âge d´or des casinos. Le Festin. Bordeaux, 2000.

[16] Biarritz, « Mise en valeur & Protection du Patrimoine ». Création et application d´une Zone de Protection du Patrimoine Architectural, Urbain et Paysagier à Biarritz : la Z.P.P.A.U.P (http://www.biarritz.fr/Images/Upload/PRESSE/PDF/ZPPAUP.pdf).

[17] O. ELORZA: Declaración cívica San Sebastián 2013, (http://www.donostia.org/info/ayuntamiento/alcalde_2013.nsf/vowebContenidosId/C12572C70054E038C12572C100378649/$file/DeclaracionCivica2013.pdf).

[18] O. ELORZA: «¿Necesita Donostia un Guggenheim?», Diario Vasco, 21-05-2006 (http://www.donostia.org/info/ayuntamiento/alcalde_articulos.nsf/vowebContenidosId/C12572C70054E40FC12572C1003B9826/$file/DiarioVasco21Mayo2006.pdf).

[19] O. ELORZA: «San Sebastián y el turismo», Noticias de Gipuzkoa, 26-08-2006 (http://www.donostia.org/info/ayuntamiento/alcalde_articulos.nsf/vowebContenidosId/C12572C70054E40FC12572C1003A46EB/$file/Noticias26Agosto2006.pdf).